7 mar 2011

Actualidad..

El Himmelmeister había aterrizado en un prado a pocos kilómetros de un pequeño poblado.  Estabamos esperando la llegada de nuevos clientes y para ello el zépelin deberia estar en tierra durante varias horas, así que Cala, una daimah de estatura bajita (qué si tenemos en cuenta que la media de los daimah ya es baja, que para ellos sea bajita, pues imaginaos..) de cabellera morena y larga enredada en una trenza que casi tocaba el suelo, de tez blanca y con rostro risueño, no tardó en secuestrarme para ir de compras al pueblo.


A medida que avanzábamos hacia la salida, algunas compañeras más se nos unieron, y Allen nos paró para recordarles a las que eran de raza pura que debian ser discretas y que sobre todo, no nos entretuvieramos mucho.

Una vez llegamos al pueblo, pudimos comprobar que habiamos coincidido con las fiestas del lugar, pues la calle más ancha, supongo que sería la principal, estaba plagada de paradas de todo tipo, desde puestos de remedios herbolarios, tiendas de objetos artesanos, de ropa..
Íbamos avanzando, curioseando puestecito a puestecito. 
Mucha gente confundia a Cala con mi hija, pero qué se le va a hacer.. Con lo alta que soy y lo bajita que es ella..

Llegado un momento en que alcanzamos un puesto de comida, justo al lado un grupo de niños estaban sentados en el suelo, en círculo, comiendose un bocadillo y riendo a carcajadas, no pude evitar el querer sorprenderles con mis trucos. No bastó ni que dijera nada a Cala, pues solo con fijarse en el modo en que los estaba observando, ya sabía qué pretendía, así que se me adelantó llamandoles la atención para que se fijaran.
- ¡Ei! ¿Habeis visto alguna vez un truco de mágia? – preguntó Cala a los pequeños dedicandoles una gran sonrisa.
- ¿Mágia? ¿Enserio? – exclamó uno de los niños mientras terminaba de tragar el último bocado.
- Sí, mágia. Concretamente con cartas. ¿Os gustaria ver una demostración? – dije mientras me acercaba y sacaba mi baraja del bolsillo interior de la chaqueta.
- ¡Sí! ¡Porfavor! – dijeron.
Y sin dudarlo dos veces, me dispuse a ello.

Hice un par de trucos la mar de sencillos, pero lo suficientemente espectaculares como para dejarles con la boca abierta a todos, y tras ello continuamos nuestra visita por las paradas hasta llegar a una de talismanes y protecciones contra males de ojo y todo tipo de brujeria pueblerina. A Cala le encantaban estas cosas, pero a mí no me atraian especialmente. No eran más que timos para hacer gastar a la gente el dinero con falsos objetos que protegian falsas maldiciones. Aún así, no pude evitar el que nos detuvieramos.
En ese momento una mujer se acercó a nosotras por la espalda, había salido de la esquina que teniamos detrás, se detuvo a mi lado y se quedó mirándime con descaro.
- ¿Disculpe? ¿Quiere algo? – pregunté con educación.
- Hmm.. Verás joven, soy una veterana adivina y tengo curiosidad por responder algunas de las preguntas que rondan por tu mente – respondió mientras me analizaba de pies a cabeza.
- ¿Adivina? No, gracias. No estoy interesada. Además, si quisiera saber de mí, yo misma me tiraría las cartas.
- Vaya.. ¿Tambien eres adivina?
- Pues sí, las cartas son mi vida, señora, y de ellas dependo. Pero nunca he querido tirarmelas a mí misma.
- ¿Por algún motivo en especial?
- ¿No sois adivina? Deberiais saber la respuesta.
- Teneis razón, pero soy una adivina con decencia y no urgo donde no me dan permiso.
Ahí no supe que responder. Realmente me irritaba el tema de que alguien urgara en mi pasado, en mi presente o en mi futuro. Habían muchas cosas de mi vida que queria que quedaran únicamente para mi, a pesar de pensar que las adivinas callejeras no eran más que timadoras. Con un poco de audacia es facil saber qué has de decirle al cliente para que se lo crea y esté contento.
- ¡Vamos Kora! ¿Que pierdes por probar? – insistió Cala mientras me agarraba del brazo – Si tu no quieres, yo si tengo curiosidad.
- Si quieres saber de tu futuro yo puedo responderte. Soy adivina, ¿recuerdas? – respondí un tanto indignada.
- Ya.. pero no es lo mismo que me lo digas tú a que sea ella, una total desconocida... Además, no eres de este tipo de adivinas.. ¡Seguro que será divertido!
Divertido.. Ya.. Bueno, teniamos tiempo de sobra y no había otra cosa que hacer, si Cala queria regalarle el dinero a aquella mujer, no me iba a negar.
- Está bien, como quieras. ¿Dónde vamos?
- Venid, mi casa está en esta calle de aquí atrás.

Dijimos a nuestras compañeras que continuaran sin nosotras y que ya nos encontrariamos en el zepelin, y tras eso la seguimos por el callejón hasta llegar a un portal bastante desgastado por el tiempo. Ella nos invitó a pasar, y sin dudarlo dos veces (o más bien porque Cala, a pesar de ser pequeña, me arrastraba del brazo) nos adentramos.
Al entrar nos encontramos una especie de comedor bastante grande e iluminado por unas pocas velas. En el centro había una mesa redonda, con un mantel cuadrado sobre ella, junto a cuatro sillas. La decoración de la habitación era bastante mágica. Todo tipo de sortilegios y objetos extraños con simbolos y formas indescriptibles se encontraban por toda la habitación. La adivina nos invitó a sentarnos en la sillas, y ella se sentó frente a nosotras.
- Está bien.. ¿Qué quieres saber? – me preguntó.
- Nosé, sorpréndame. Le doy permiso. ¿Qué es lo que puede decirme? – vacilé.
- Entiendo.. No quieres ponerme las cosas fáciles, ¿eh? Te piensas que soy una adivina de pacotilla de esas que van timando a la pobre gente para robarles su dinero. Pues bien, te sorprenderé.. – terminó mientras comenzaba a barajar las cartas con los ojos cerrados.
Yo me limité a observar, atenta, todos sus movimientos, la forma de barajar y la forma de colocar las cartas, la cual por cierto, no había visto en mi vida.
Continuaba con los ojos cerrados cuando comenzó a leerlas.
- Vaya, al parecer no eres del todo humana.. – comenzó.
- ¿Qué quiere decir? – pregunté extrañada. ¿Qué queria decir con eso de que no era del todo humana?
- Oh.. sí.. ya veo.. Tu vida pegó un giro bastante brusco.. ¿Cierto? Pasaste de la pobreza más marginal a una vida llena de lujos y fiestas..
- De momento parece que no va mal.. – me susurró Cala.
- Veamos.. Jmm..
- Espere. – la detuve - ¿Qué le parece si dejamos mi pasado y vamos a mi presente? Demuestreme sus dotes.
- Está bien – respondió sin abrir los ojos, recogió las cartas, las barajó de nuevo y las volvió a colocar – al parecer un amigo tuyo muy especial anda buscandote por las calles de este pueblo. Anda un tanto perdido.. Podría meterse en problemas si alguien le descubre..
¿Un amigo especial? Realmente ver las cosas desde el lado del cliente hacía que entendieras muchas de las reacciones que tenían cuando tu andabas adivinandoles su vida.
- Eeh.. Sí.. Al parecer es un maestro del disfraz, pues a pesar de caminar entre humanos nadie se percata de que es un espíritu..
- ¡Jex! – exclamé automáticamente. ¿Iba enserio? ¿De verdad era adivina?
- Está molesto porque le dejaste en.. vaya.. no logro ver el lugar.. pero dónde fuera que estuvierais. Se piensa que te olvidaste de él.
- Deberíamos ir a buscarlo, Kora –dijo Cala con tono de preocupación.
- Eso no será necesario, le estoy atrayendo hacía aquí – dijo la adivina mientras esbozaba una sonrisa. Y pocos segundos despues se levantó, se dirigió a la puerta y la abrió. Para mi sorpresa Jex se encontraba al otro lado con cara de circunstancia.
- Jex, ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has llegado? – preguntó Cala con un rostro de sorpresa exagerado.
- Pues.. No lo sé.. Simplemente tenía la sensación de que debía venir aquí.. – respondió mientras se adentraba y se sentaba en la última silla libre.
La adivina volvió a su sitio y me dedicó una pícara sonrisa mientras barajaba de nuevo las cartas.
- Está bien. Me ha demostrado que es una adivina de verdad. Supongo que ya ha quedado satisfecha. – comenté mientras me decidía a levantarme.
- Siéntate, hay algo que tengo que decirte sobre tu futuro – dijo mientras colocaba de nuevo las cartas y cerraba los ojos. – Debes ir en busca de éste Arcano – sugería mientras levantaba una de las cartas revelando su identidad: El Carro. – Te espera un futuro lleno de aventuras. ¿Porqué niegas las ganas que tienes de dejar tu actual trabajo?
- ¿Eso es cierto.. Kora? – preguntó Cala totalmente preocupada.
- Lo es. Pero no porque no le guste, si no porque quiere sentirse viva.. Por lo que veo le encanta su trabajo..
- ¡Y me encanta! ¿Porqué querría dejarlo? Estoy de maravilla en el Himmelmeister.. – la iterrumpí.
- . . . Pero sueñas con conseguir una colección de cartas en concreto.. Unas cartas intangibles.. Y tu siguiente carta es esta, como bien he dicho antes..
- Pero.. ¿en qué consiste exactamente el pacto de éste Arcano? – preguntó Jex con intención de ir a coger la carta. La adivina le pegó un manotazo.
- No toques mis cartas a no ser que yo te lo diga. Ella sabe cómo puede saber cual es su pacto. Solo basta con invocarlo.
- Creo.. que ya es suficiente.. – dijo Cala, la cual me apretaba la mano con fuerza y dedicaba al suelo un gesto de tristeza. Realmente tenía curiosidad, pero al parecer, Cala lo estaba pasando mal.. Aún así.. no podía quedarme con la intriga, así que dediqué una sonrisa a Cala mientras me levantaba.
Me dirigí al centro de la habitación.
- Solo será un momento, Cala. – la advertí.

Tras ello introduje mi mano en el bolsillo interior de la chaqueta y saqué mis cartas del tarot, de entre ellas busqué al Carro y el resto las guardé. Cerre los ojos, debía concentrarme, si no.. a saber qué podría pasar. Estiré el brazo poniendo la carta del carro en paralela a mi cabeza con el dibujo hacia fuera. De nuevo ese extraño brillo que me sale en la frente cuando invoco volvió a aparecer, pero ellos solo podían ver un pequeño destello bajo mi sombrero.
- Señor de los cambios personales y de las metamorfosis vitales. Tú, que nos muestras el camino que debemos de seguir.. Te invoco, pues esta humilde servidora desea pactar contigo para que la ayudes en su viaje.
Y tras el pequeño recital, la carta brilló y un destello nos cegó a todos, tras eso solo pude escuchar una voz grave proviniente de ningún lugar.
- Aún no es el momento. Invocame cuando tu camino esté apunto de comenzar.
El destello desapareció en un abrir y cerrar de ojos. En mi rostro podía contemplarse la más grande de las confusiones. Cala estaba un tanto desorientada por todo lo que acababa de pasar, y Jex.. Jex comenzó a reirse a carcajda limpia.

- ¡Definitivamente lo tienes dificil! ¿Cuando nos marchamos? – dijo Jex entre carcajada y carcajada.
Ignoré el comentario de mi compañero y me limité a mirar con gesto extraño a la adivina.
- ¿Que..? – pero antes de poder terminar la pregunta pude comprobar como ella ya se había puesto manos a la obra, y andaba barajando las cartas, colocandolas y volviendolas a recoger hasta que una sonrisa se esbozó en su cara.
- Ya veo.. Es extraño que ocurran cosas así con los arcanos, pero al fin y al cabo no dejan de ser lo que son. El Carro simboliza el movimiento, y tiene el control sobre el espacio material y el tiempo..
- ¿Qué quiere decir? – pregunté mientras volvía a sentarme en la silla y observaba con curiosidad las cartas que había sobre la mesa.
- Quiero decir que el carro te está guiando a tu verdadero camino. Por eso no ha pactado contigo ahora. Simplemente está actuando como debe actuar. – respondió la adivina con gran entusiasmo.
- ¿Qué quiere decir, Kora? – preguntó Cala totalmente extrañada.
- Verás Cala, a la hora de adivinar, las cartas tienen un significado u otro, el carro, en general representa el camino real que debemos hacer en la búsqueda de nuestra propia metamorfosis interior. La ruta por la que transita el Carro esta pavimentada de oro.. Esa energía sopesa con cuidado las posibles consecuencias antes de empezar algo nuevo, pero una vez que se decide a encaminarse.. no hay nada que lo pueda detener. – expliqué.
- Exacto, y tú ahora no te puedes detener Kora. Al invocar al carro has echo que nazca un nuevo afluente en tu vida, y por ese es por el que debes navegar. Por lo que veo en mis cartas.. Deberás volver a invocar al carro cuando en tu vida coincidan una serie de elementos..
- ¿ . . . ?
- Sí.. ya veo.. El color violeta.. con la nostalgia, la música dulce.. con la astucia, las flores de cerezo.. con el cariño, el dragon.. con la fuerza..
- No entiendo nada, pero de to..
- Y un paraguas. – interrumpió.
- . . . ¿Un paraguas? ¿Qué tiene que ver? – pregunté totalmente extrañada. ¿No me estaría tomando el pelo?
- Sí, no lo sé.. Cuatro de los elementos se simbolizan con algo pero.. el paraguas aparece solo..
- Simplemente.. ¿un paraguas..? – preguntó Jex aguantandose las ganas de reir.
- Sí.. solo veo un paraguas..  Pero bueno, no te dejes llevar por lo extraño del asunto, tú ten en cuenta que estos cinco elementos serán tus guías en tu nuevo camino.. – dijo la adivina sin parar de mirar las cartas.
- Sea cómo sea, es hora de marchar. Gracias, señora..
- Amelie. Me llamo Amelie. – interrumpió.
- Está bien.. Gracias, Amelie, por toda la información. Espero que nos veamos pronto.
- Nos volveremos a encontrar, por eso no te preocupes..  Hazme caso, Kora. Si pactas con el Carro estarás más cerca de aquello que verdaderamente anhelas.. ¡Buena suerte en tu viaje! – se despidió con una gran sonrisa.
Los tres nos levantamos y salimos de aquella extraña casa.

Era hora de volver al Himmelmeister, así que nos encaminamos hacia allí.
- Que extraño todo lo que ha dicho la adivina.. – comentó Jex.
- Realmente.. ¿piensas marcharte..? – preguntó Cala, cabizbaja.
- No lo sé.. Pero de todas formas, si ella tiene razón.. En algún momento toparé con esos elementos..
- Nostalgía.. astucia.. cariño.. valor.. – musitó Cala.
- ¡Y no nos olvidemos del paraguas! A mi parecer, el elemento más importante. Sí, seguro que tu destino está bien en manos de un paraguas. – vacilaba Jex.
- La verdad es que lo del paraguas me ha desconcertado bastante.. – comenté mirando al suelo. De pronto una tela negra se abrió ante mi cara.
- ¡Bu! ¡Eh Kora, mira! ¡Un paraguas! Ahora solo te faltan cuatro de los elementos.. Aunque quizás no sea este el paraguas sagrado.. Yo lo prefiero de color rojo, ¿Qué te parece este? – dijo abriendo un paraguas rojo a cuadros. – creo que este es el índicado para que guíe tu vida.. ¡Sí! ¡No hay nada mejor que un paraguas rojo con un estampadao a cuadros para que guie tu destino!
- Jex.. ¿De dónde han salido esos paraguas? – interrumpó Cala extrañada.
Jex se paró en seco y dedicó una mirada hacia atras. En una de las paradas que habíamos pasado de largo estaban vendiendo paraguas.
- Esto..
- ¿Jex...? – pregunté de nuevo, esperando una respuesta.
- ¡Al ladrón! – gritó una voz ruda y grave a nuestra espalda.
- ¡Nos vemos! – dijo Jex mientras salía corriendo siendo perseguido por el dueño de la tienda y un par de guardias.