19 dic 2010

[ IV ]

Esa frase había desconcertado a Oldus por completo. ¿Su hermana? ¿Y porqué tanta tensión? Quería hacerle mil preguntas, pero era consciente de que debía ser precavido con el tema. Quizás solo hacía un día que la conocía pero ya se sentía lo suficientemente unido a aquel extraño lugar y a aquella extraña mujer cómo para no querer dañarla con palabras.


- ¿Tu.. hermana..? – preguntó el cazador, con esperanzas de que le diera algún tipo de explicación.
- Sí, ella se fue con Selene hace cincuenta años.. – respondió con la mirada clavada en la hierba. – Cómo supongo que no sabes de lo que hablo.. Te lo explicaré. Selene es una organización de mujeres asesinas y mercenarias. Entre ellas se hacen llamar Hermanas. Nadie sabe dónde se encuentra su “guarida”, y normalmente cojen a niñas pequeñas que se han quedado huérfanas y se las llevan para formarlas. No te puedo contar más, porqué no tengo más información.. Es una organización muy discreta, y apenas nadie sabe nada de ellas. Y aunque todos los que conocemos su existencia somos consciente de lo increíblemente buenas que son en su trabajo, nadie sabe cómo llegan a tales extremos..
Oldus decidió no preguntar más sobre el tema. ¿Huerfanas? Cierto es que desde que llegó que no sabía de la familia de Noretti, a parte de Lain. Pero claro, no se había parado a pensar en ello puesto que únicamente llevaba dos días.
Lo mejor era cambiar de tema.
- Por cierto. ¿No te has olvidado de nada hoy? – preguntó, sonriente.
- ¿Olvidarme? ¿De qué?
- No sé.. Me pusiste una condición ayer cuando te dije que quería quedarme..
La devah se quedó unos segundos pensativa, y entonces esbozó una sonrisa mientras metía la mano en uno de los bolsillos de sus pantalones.
- ¿Te refieres a esto? – dijo mostrándole la cadena con la qué le había atado el día anterior.
- Exacto, ¿cómo es que no me la has puesto?
- Ayer, cuando volvimos del lago te puse a prueba y no te marchaste aún siendo totalmente extraños. Supuse que podía fiarme de tu palabra, por más humano que seas. – explicó mientras volvía a guardarse la cadena.
- Vaya, dos halagos en dos días. ¡La suerte me sonríe! ¡Je!
- Bueno, ahora que todo el mundo te conoce, si intentas escaparte me enteraré por un lado o por otro y morirás antes de poder dar un solo paso fuera de la aldea – advirtió Noretti.
- Cómo bien dije ayer.. Ya estoy muerto, así que.. Prefiero disfrutar del tiempo que me queda y aprender todo lo que pueda.
Oldus le dedicó una sonrisa que fue correspondida. Era consciente de que algún día ella le mataría, pero quizás, si continuaba la vida en la aldea..

- ¡Eh Nore! ¿¡Podrías hacernos un favor!? – gritó Rob desde el centro de la cuadra. - ¡Acercaos un momento, porfaa!
- ¡Vooy! – respondió mientras comenzaba a caminar hacía Rob y Lain.
Cuando llegaron al centro de la cuadra, Rob le miró con una sonrisa pícara.
- Verás, he estado pensando que.. ¡Qué mejor ejemplo de buena ejecución de invocación que la de una experta! ¿Podrías invocar a algún espíritu y capturarlo?
- ¿Ahora? Pero, ¿sin concentración previa ni nada? – preguntó Noretti, algo sorprendida.
- Bueno, no quiero que me traigas a uno de los espíritus grandes. Con uno de los medianamente decentes, me basta. – respondió el granjero sin que se le borrara la sonrisa de los labios.
- Está bien, pero dejadme veinte minutos de concentración aunque sea – y tras esta frase, Noretti se sentó con las piernas cruzadas, puso las manos sobre sus rodillas y cerró los ojos.
Oldus, Rob y Lain se apartaron un par de metros.
- ¿Has visto alguna vez a tu hermana llamar a un espíritu? – susurró Rob.
- La verdad, es que no. Hace tiempo que no captura ninguno nuevo.. Y las pocas veces que lo hace, siempre se pierde por el bosque y cuando vuelve,  ya lo tiene atado. – respondió Lain procurando no alzar la voz.
- Verás, Lain. No hay ningún problema en invocar sin una previa concentración, pero si no eres muy poderoso, y dependiendo del espíritu al que quieras llamar, puede ser que la invocación falle y te traiga un espíritu totalmente contrario al que querías. Los espíritus que tiene atados tu hermana son lo suficientemente poderosos cómo para, como mínimo, hacer una concentración previa de tres horas, y aún así ya es bastante justito.
- Vaya.. No sabía que era tan complicado.. – comentó Oldus, musitando.
- Sí, la invocación es un arte en el que debes ser muy precavido y Nore lo es demasiado.. Recuerdo una vez que quiso invocar un espíritu que había visto en sueños. No conocía su nombre, y únicamente tenía la imagen. No era excesivamente poderoso, con una hora le hubiera bastado, pero deseaba tanto atar aquel espíritu que estuvo durante ocho horas concentrándose. – explicó Rob.
- ¿Y no pasa nada si te pasas? – preguntó el cazador. Le resultaba realmente curioso el tema de la invocación y tenía ganas de aprender todos los detalles de su ejecución y todo lo que con el tema conllevaba.
- Pierdes tiempo y acumulas poder para nada, pero bueno. Cómo no tenemos que utilizar nuestra magia a menudo, es un capricho que nos podemos conceder. – respondió Lain.
- Sí.. Pero Nore es muy poderosa.. No le hace falta tanta cautela a la hora de invocar, pero aún así lo hace.. – dijo Robdirijió una entristecida mirada a Noretti en la cual se mostraban signos de nostalgia.
- ¿Pasó algo para que tomara tantas precauciones? – preguntó Oldus, que era consciente de que la respuesta a su pregunta era una afirmativa.
- Bueno.. Hoy día todos los de la edad de ella van con mucho cuidado..
Hace años tuvimos una pequeña batalla con la aldea de los daimah por culpa de falsas informaciones. Un grupo de adultos de nuestra aldea fue a luchar, puesto que habían robado el libro de las Grandes Bestias que la Matriarca había recopilado durante años.
El grupo volvió con el libro, pero algunos habían caído en combate..
El hijo de uno de los fallecidos estaba con Noretti, ambos eran amigos desde pequeños, y por aquellos tiempos.. Deberían de tener dieciséis o diecisiete años. Cuando éste se enteró de la muerte de su padre, decidió apuntarse al grupo que volvería a la aldea daimah.
- Pero si ya tenían el libro.. ¿Para qué volvían? – interrumpió Oldus, extrañado.
- Cierto es que habían recuperado el libro, pero en su interior se encontraba un pergamino con las indicaciones para invocar sobre seguro a uno de los espíritus más poderosos. Y eso era lo realmente importante.
Nore también se añadió al grupo ya que no quería dejar a su amigo solo.
Cuando llegamos a la aldea..
- ¿Llegamos? – preguntó Lain.
- Si, yo también estuve en ese grupo. Continuo.. Cuando llegamos, nos tendieron una emboscada y cuando el pobre chaval comenzó a ver cómo nuestros compañeros caían, se enfureció de sobremanera y decidió invocar a un espíritu lo suficientemente poderoso como para poder destrozar toda la aldea. El problema era que era uno de tantos jóvenes que se creen que los ejercicios de concentración no sirven para nada – dijo mirando de soslayo a Lain, la cual agachó las orejas tal cual la notó – y claro.. Cómo no había entrenado, falló en la invocación. El espíritu que apareció era caótico, destructivo y muy poderoso. Lo primero que hizo fue matar al pobre chico, y tras ello tuvimos que luchar daimahs y devahs codo con codo para derrotarlo.
Ese chico nos dio una lección a todos, sobre todo a los jóvenes, porqué solo con que hubiera practicado un poco la concentración, no hubiera fallado en la ejecución. Por eso ahora toda la aldea, y en especial los de la edad de Nore, toman la concentración como lo principal a la hora de invocar.
- Pero.. ¿qué edad tienes? – preguntó Oldus, que por lo que había oído suponía que era mayor que Noretti.
- ¿Yo? Ciento diecisiete. – respondió con una gran sonrisa.
- Pero.. ¿enserio?
- Así es, pequeñín. Me conservo perfectamente, ¿eh?
Oldus no terminaba de creérselo a pesar de que la devah ya le había hablado de que eran longevos y se estancaban a los cuarenta.
- Ya está, vamos allá. Atenta Lain. – dijo Noretti tras levantarse.

El ojo de la frente de la devah comenzó a brillar con intensidad. Ella mantenía los ojos cerrados mientras hacía unos gestos muy elegantes con las manos, parecidos a los que había visto hacer a Rob cuando llegaron.
Y al cabo de un par de minutos apareció ante ella un ser humanoide de dos metros. De la cintura para abajo era parte de animal, de cabra concretamente. El resto era humano excepto por los largos cuernos que salían de su frente.
Lain observaba con total admiración, tenía la boca y los ojos totalmente abiertos.
Mantuvieron una pequeña charla y tras eso cogió uno de los brazaletes que llevaba, hizo de nuevo unos extraños movimientos, y de pronto aquel ser desapareció tras un flash de luz que se perdió en el interior del brazalete.
- ¡Vaaya! ¡Hermana, eres genial! – dijo Lain totalmente entusiasmada - ¿Cómo le has convencido?
- Eso es un secreto – respondió guiñándole el ojo.
- ¿Ves Lain? Practicar la concentración es muy importante. ¿Has visto el espíritu que ha sacado con solo veinte minutos de concentración? Eso es porqué Nore ha entrenado mucho durante todos estos años. – explicaba Rob mientras se levantaba del suelo.
- Exacto, hermanita. Así que, cuanto más tardes en hacer los ejercicios, menos tiempo los harás, y más te costará volverte poderosa. – le dijo Noretti mientras la despeinaba.
- Jo.. Está bien. ¡Quiero ser tan fuerte que no tengas que levantarte el día que ataquen la aldea! ¡Algún día invocaré una de las Grandes Bestias directamente, en vez de una parte de su poder! – exclamó Lain totalmente entusiasmada.
- ¡Jaja! ¡Frena! Eso lo veo yo más complicado.. – se burlaba Rob – Pero bueno, si quieres intentarlo.. ¡Yo te apoyo!
- Pero ya es tarde, así que volvamos a casa. Ya mañana seguirás con tu duro entrenamiento. – comentó Noretti mientras se encaminaba hacia la puerta de la valla.
- Joo.. Vale. ¡Hasta mañana Rob! ¡Prepárame el entrenamiento más duro que tengas! – se despidió Lain corriendo tras su hermana.
- ¡Hasta mañana chicas, y bienvenido Oldus! – se despidió Rob.

De camino a casa, Lain no paraba de contarles las pequeñas peleas que tenían Tiny y Dyoko, y cómo se reían ella y Rob.
Cuando llegaron, Noretti preparó una sopa y comenzaron a cenar.
- Oye, ahora que lo pienso.. Ayer no te vi en casa. – comentó Oldus dirigiéndose a una hambrienta Lain.
- Como mi hehmana había shalido a eshplohah, yo me quedé en la ghanja con Hob y Dyoko. – respondió Lain con una pata de conejo en la boca.
Noretti se acercó por la espalda y le dio un coscorrón en la cabeza.
- No se habla con la boca llena – regañaba la hermana mayor.

Nada más terminar de cenar, Lain dio las buenas noches y se fue rápidamente a su habitación, que se encontraba a la derecha de la chimenea.
- Vaya bicho.. – dijo Oldus tras un suspiro – Por cierto.. Me he fijado que, comparado con lo que se ve por la aldea, Rob no es que siga mucho la.. ¿moda?
- Ah, ya. Rob siempre ha sido un tanto rebelde. Dice que el echo de ser de la misma raza y que seamos pocos no significa que debamos parecer una secta. No le gusta la simetría ni parecerse a nadie. Viste como quiere, y sí, se comporta como un niño a pesar de la edad que tiene. – respondió Noretti mientras recogía la mesa.
- Bueno, eso tampoco es tan malo, ¡nunca hay que perder al niño que llevas dentro! – comentó Oldus mientras ayudaba pasando un trapo por la mesa.
Tras la cena, no tardaron mucho en irse a dormir. El cazador no quería perderse el entrenamiento que Rob prepararía para Lain al día siguiente.

Pocos minutos tras el amanecer, Lain y Oldus esperaban con impaciencia el desayuno que Noretti les estaba preparando. Fueron rápidos a la hora de engullirselo y salieron a toda prisa hacía la granja de Rob.
Cuando llegaron, éste les esperaba subido a Dyoko y con un pequeño pergamino.
- ¡Buenos días, pequeñuelos! Lain.. ¿sigues con lo del duro entrenamiento? – preguntó con un gesto de pillo qué dio a entender que algo tramaba.
- ¡Claro que sí! Vamos, ¿qué toca hoy? – exclamó Lain que ya había llamado a Tiny y se encontraba sentada frente a Dyoko.
El unicornio se tumbó para que Rob pudiera bajar sin dificultades, y una vez en el suelo le mostró el pergamino. En el se encontraba, cómo título: “Lest” y debajo una imagen de una especie de rata gigante, de un metro de altura aproximadamente.
Rob sacó de su bolsillo una pequeña bolsa que contenía pelos de Lest.
- Toma. Tienes el nombre, la imagen y algo que le pertenece. Son unos espíritus bastante comunes. El entrenamiento de hoy consiste en atarlo. – ordenó Rob mientras dedicaba una mirada de complicidad a Noretti.
- ¿Una rata? Pero qué fea.. ¿En serio tengo que capturar al bicho este? – se quejaba la pequeña Lain, que su cara mostraba un gesto exagerado de repugnancia.
- Vamos Lain, no te quejes. Pediste un entrenamiento duro y aquí lo tienes. A ver cómo te las apañas – dijo Noretti mientras se apartaba un poco.
- Pero si parece poca cosa.. Rob, pensaba que me lo pondrías más difícil.. – comentó la daimah totalmente frustrada.
- Tú átalo y después hablamos- contestó el granjero.
- Está bieen.. – dijo refunfuñando Lain mientras se sentaba de piernas cruzadas y posaba las manos sobre las rodillas.
- Oye Rob..
- Es de los menores, ¿cuanto tiempo le echas? – interrumpió el granjero a Lain.
- Jmm.. Teniendo en cuenta mi poder.. ¿Una hora?
- Muy bien. ¡Ale maja! Y recuerda que si te desconcentras, tendrás que volver a empezar. – advirtió Rob mientras se sentaba junto a Oldus y Noretti.

Pasada la hora, Lain se levantó, cerró los ojos y comenzó a hacer unos movimientos un tanto torpes con las manos.
- ¡Lest, acude a mi llamada! – gritó Lain.
- ¿Eso era necesario? – musitó Oldus.
- Realmente no, pero le encanta creerse que es algún héroe de alguna leyenda, y actúa como tal en estos casos. Parece una chorrada pero le ayuda a la hora de sentirse segura. – explicaba Rob.

Un par de minutos después, Lest apareció ante ella.
- ¿Quién ma’ llamao? – dijo la rata con una voz muy estridente.
- Yo te he convocado, Lest – respondió Lain totalmente seria.
La rata la repasó de pies a cabeza, terminando la ruta en el rostro de Lain. Pocos segundos después, desvió la mirada hacia los tres adultos.
- No, en serio.. ¿Quien de vosotroh ma’ llamao? – insistió Lest.
- ¡He sido yo, rata! ¡Yo te he invocado! – exclamó Lain con total indignación.
- Bueeeeno. ¿Y pa’ qué?
- Quiero que te unas a mí y me prestes tu ayuda cuando la necesite.
- Ajáa.. ¿Tieneh argún otro ehpíritu?
- Sí. Tiny muéstrate.
El pequeño ser, que para variar se había acomodado entre las orejas de la daimah, salió de su escondite y se puso ante Lest.
- ¡Hola Lesht! ¡Yo shoy Tiny, encantado de sher tu nuevo compañero! – se presentó.
Lest lo observó atentamente, y enseguida rompió en carcajadas.
- ¡JIAJIAJIA! ¿¡Ehte eh tu ehpiritillo!? ¡JIAJIAJIAJIA! Me ehtah tomando er pelo.. ... ¡JIAJIAJIA!
- ¡Eh! ¡No te burles de él! – se quejó Lain.
- Lain, no todos los espíritus que desees capturar van a ser tan buenos y comprensivos cómo lo fue Tiny. – explicó Rob sin levantarse.
- Y tan duro entrenamiento.. La raza de Lest son terriblemente desquiciantes. La forma más fácil de atarlos es mostrándoles que tu eres superior, sinó, se burlaran de ti hasta que te saquen de tus casillas. – explicaba Noretti al cazador.
- Lain tiene muy poca paciencia, y es algo que debía trabajar. Para ella, ésto es un muuuuyyyy duro entrenamiento.. ¡Jaja! – se burlaba Rob.
- ¿Cómo quiereh que no me ria? ¡JIAJIA! Pero.. ¿Y ehe bisho? ¡JIAJIAJIA! ¡Compañeroh dise! ¡JIAJIAJIA! – continuaba Lest.

Justo en plena discusión entre Lest y Lain una flecha atravesó a la rata y ésta cayó ipso facta.
- ¿Pero qué..? – dijo Lain mirando a la dirección de la que había venido la flecha.
Noretti se levantó rápidamente; Rob, Dyoko y Tiny se habían puesto en modo defensivo y Oldus.. no sabía qué hacer.
- ¿¡Se puede saber a qué ha venido eso!? ¿¡Quiénes soys!? – gritó totalmente alterada Lain.
- Sólo hemos venido a hablar. – respondió una de las dos mujeres encapuchadas que se acercaban caminando mientras la otra guardaba el arco.

Una vez llegaron frente a ellos, una de ellas se descubrió. Era una daimah de pelo corto liliáceo y ojos de color oliva.
Sus labios esbozaron una sonrisa al clavar la mirada en la de Noretti.
- Cuanto tiempo.. – dijo la extraña.
Noretti frunció el ceño. No le había echo falta verla sin capucha cómo para reconocerla. Sabía quien era y no le hacía nada de gracia. Pero aún así, saludó con tono amenazante.
- Sí.. ha pasado mucho tiempo, hermana Shie..