10 dic 2010

[ II ]

La mañana había llegado. Los rayos del sol se colaban por la ventana y daban directos en los ojos del cazador.
Éste abrió los ojos, y sin levantarse observó a su alrededor.
"Cierto. Ayer llegué a esta extraña aldea"  pensó.
El olor de leche caliente obligó a que Oldus se incorporara.
- Buenos días Noretti - saludaba mientras bostezaba.
- Noretti no está, ha ido a ver a la Matriarca - respondió una niña de pelo anaranjado. No debía de llegar al metro y medio, llevaba un extraño vestido verde con los detalles en azul y un gorro de invierno. En ambas muñecas lucía una colección de pulseras con gemas incrustadas, y sus pies, descalzos, parecían ignorar el frío suelo.
- ¡Ésto ya está listo! - comentaba la pequeña mientras con un cucharón cogía un poco de leche y lo servía en un vaso.
- No se me dará bien el combate, pero lo que son las tareas de casa.. ¡Ahí sí que me defiendo! - presumía y reía mientras le ofrecía el vaso de leche al cazador recién levantado.
- Gracias. Soy Oldus, encantado - se presentó.
- Lo sé. Aaiii.. ¡que maleducada soy! - se ruborizaba mientras se daba un coscorrón en la cabeza - Debería haberme presentado y contarte porqué estoy aquí.. ¡Jopé, qué patosa!
Oldus no pudo evitar que se le escapara la carcajada.
- ¡Jaja! Tranquila mujer. Vamos, cuéntame ahora.- dijo, mientras con la mano derecha ofrecía a la pequeña que se sentara en la cama. Y ésta, sin dudarlo dos veces, se sentó tras coger un vaso de leche para ella.
- Soy Lain, la hermana pequeña de Noretti. Bueno.. no soy realmente su hermana, pero como si lo fuéramos.- explicaba la pelinaranja con una gran sonrisa.
- ¿Cómo que como si lo fuerais?
- Es una larga historia.. pero la resumiré con que ella me encontró, me trajo aquí y consiguió que la Matriarca aceptara que viviera en la aldea. Y desde que llegué que se ha encargado de mí. Es mi única familia así que.. es como mi hermana mayor.
- Vaya.. Pensaba que sería alguien más fría, ¡si resulta que tiene su corazoncito y todo! - exclamó Oldus entre risas.
- Mi hermana no es tan cruel. Realmente es una persona muy sensible y cariñosa. Pero ante extraños..
- Ya basta Lain - interrumpió Noretti, que recién entraba por la puerta - y quítate ese gorro. Te dije esta mañana que él ha venido a aprender.
- Ahora que me fijo.. ¿No te molesta el gorro? Lo digo por el ojo de la frente y tal.. – preguntó Oldus mientras la miraba con curiosidad.
- ¿Mo..lestarme? ¿Tercer ojo? No, bueno.. es que..
- Es que ella no es una devah - dijo Noretti mientras le arrancaba el gorro y dejaba al descubierto dos orejas felinas de pelaje negro, que rapidamente se agacharon.
- ¿¡Cómo!? ¿Qu-qué es eso? - exclamó el cazador, que sin dudarlo dos veces estiró la mano para tocarlas.
- ¡Aii! ¡Que son de verdad, jo! - se quejaba la pequeña.
- Ella es una daimah, una raza de hombres-gato, para que lo entiendas.
Noretti se acercó, la levantó y le subió el vestido, mostrando un rabo de pelaje igual al de las orejas.
- ¿Porqué te has puesto el vestido? Si no te gusta. ¿También pantalones? Vaya desastre..
- Es que.. hermana.. Pensé que podría asustarse..
Oldus estaba totalmente sorprendido. Noretti actuaba realmente como una hermana mayor. Era una escena bastante familiar, algo que hacia tiempo que no vivía.

- Espero que no te haya molestado. Le dije que se quedara para vigilarte mientras pedía audiencia con la Matriarca. -explicaba la devah.
- Y me ha vigilado perfectamente. Por cierto, la leche estaba muy buena. Muchas gracias. - sonrió Oldus a la pequeña, qué tras levantarse le acarició la cabeza. Un ligero ronroneo provocó de nuevo la risa del cazador.
- Vaya, sí que es realmente una chica-gato. Qué curiosa.. 
La daimah se ruborizó, y rápidamente se cubrió tras su hermana mayor.
- Lain, ¿no habías quedado con Rob para practicar? Llegarás tarde..
- ¡Aivá! ¡Es verdad! ¡No me acordaba! ¡Me voy corriendo! ¡Nos vemos más tarde hermanito! - se despedía la pequeña mientras salía corriendo por la puerta.

Noretti se acerco a una cajonera de madera, sacó algo de ropa y se la dio a Oldus.
- ¿No pensarás estarte toda tu vida con la misma ropa?
- Je, muchas gracias.
Noretti se sentó en una silla de espaldas a Oldus a esperar que terminara de cambiarse.
- Es bastante simpática - comentaba el cazador.
- ¿Quién?
- Tu hermana.

- Ah, ya.. Realmente es un espíritu que desborda alegría allá por donde pasa.
- Pero.. ¿Cómo es eso de que la encontraste y la cuidaste?- preguntó extrañado- por cierto, ya estoy -informaba.
- Bueno.. hace quince años encontré a un hombre medio muerto en el bosque y lo traje a la aldea. Estuvo dos días inconsciente. Al parecer una manada de lobos le había atacado. Al tercer día, cuando despertó, reaccionó de forma agresiva y lo maté sin llegar a hablar con él. Aquella misma tarde volví al bosque, y pude ver a siete hombres que lo buscaban, y en una pequeña jaula llevaban una niña de apenas cuatro años.
- Lain..
- Exacto. Eran furtivos. Antes de que pudiera reaccionar, un daimah bastante malherido saltaba de rama en rama hasta que, una vez cerca del grupo, se lanzó sobre ellos.
Todavía recuerdo aquella escena.. - dijo mientras cerraba los ojos - al primero que atacó, lo decapitó sin problemas. Al segundo le clavó uno de los katares que llevaba en el corazón. Pero los otros cinco reaccionaron, y cuando estaban pegándole una paliza apareció otra daimah. Su rostro mostraba una rabia sobrehumana. Su cuerpo estaba totalmente lleno de heridas y bueno, yo no podía quedarme quieta..- abrió los ojos de nuevo- así que me lancé tras ella.
No tardamos mucho en derrotarlos y liberar a la pequeña que se encontraba enjaulada. Tras eso, la hice subir en una de mis invocaciones junto con el cuerpo de su marido, y la niña en brazos y los traje a la aldea.
Hicimos lo que pudimos por curarla pero.. era demasiado tarde. Había gastado sus últimas fuerzas en derrotar aquellos desgraciados.
- Qué asco de gente.. Este tipo de seres son los que manchan un oficio respetable como el de cazador.
- Bueno, hay todo tipo de gente en este mundo.. La cosa es que, antes de morir me pidió que cuidara de su hija, y así hice
- Es un gesto muy noble por tu parte, Noretti. ¿Y ella lo sabe? Lo de sus padres..
- Claro. Sus tumbas permanecen cerca de aquí, en una colina dónde podrán descansar en paz eternamente. Lain y yo vamos a visitarles de vez en cuando.
- Actúas como una verdadera hermana mayor.. Por lo que veo, todo aquello que pertenece al mundo sobrenatural.. Os protejeis entre todos.. ¿no?
- Bueno, hay de todo.. Si realmente fuera como crees, no tendríamos problemas. Pero desgraciadamente, por más que compartamos el rechazo humano, no es algo que haga que nos una más. Nosotros también tenemos nuestras batallas “internas”, por llamarlas de algún modo.
Pero eso.. no es algo de lo que hablar ahora. Si ya estás listo, deberíamos ponernos rumbo a la casa de la Matriarca.
- Cierto, antes dijiste que fuiste a pedir una audiencia.
- Sí. Si alguien tiene que quedarse en la aldea por tiempo indefinido, debe presentarse ante ella y esperar que acepte la petición.
- Dependéis mucho de ella..
- No es que dependamos, es que en todo grupo grande de personas se necesita alguien que controle con severidad, si no.. todo sería un caos.
- Visto así..
- Vamos. Hay una caminata hasta su casa.

Ambos salieron de la casa, cruzaron toda la aldea y comenzaron a seguir un camino que comenzaba tras el último edificio.
El camino no tenía muchas dificultades, estaba bastante bien marcado, y a pesar de la multitud de cruces que había, Noretti no dudaba ni un segundo la dirección que debía tomar.
- ¿Cómo es que la Matriarca vive tan lejos? – preguntó el cazador.
- Lejos.. depende de cómo se mire..

- ¿Qué quieres decir?
- Ahora lo verás.

Oldus no entendía nada, y la curiosidad le picaba más que nunca, de tal forma que sin darse cuenta apretó el paso.
- Qué motivación – se burlaba Noretti – espero que luego no te quejes del cansancio, o de que te duele algún músculo.
- Toda mi vida he sido cazador, estoy acostumbrado a caminar por bosques y montañas, no te preocupes – sonreía y presumía.

Continuaron por los caminos hasta que llegaron de nuevo a un cruce, pero en este Noretti dejó el camino atrás y continuó por la maleza.
Oldus se limitaba a seguirla, sin preguntar el porqué de las direcciones que estaba tomando. No pasaría mucho rato hasta que subieran una colina.
Una vez en lo alto de esta..
- Ahí es. – dijo Noretti mientras señalaba al final de una esplanada.
- ¿Y decías que no estaba lejos?
- Calla y vamos.
A medida que iban caminando, Oldus se iba dando cuenta de que la casa se encontraba flotando en el aire. Cuando llegaron al filo del barranco..
- Mira hacía abajo. ¿Ahora entiendes lo de que está lejos depende de como se mire? –dijo Noretti.
Oldus no podía creérselo. La casa flotaba sobre la Aldea.
- Y.. y ¿como vamos a llegar?
- Sígueme – Noretti continuó caminando.
- ¡Pero estás loca! ¿Esque no ves que..? – y antes de que pudiera terminar la frase, pudo contemplar como la devah caminaba en el aire dirección a la casa.
- ¡Vamos! ¡No es bueno que la hagas esperar! – ordenó Noretti.
El cazador se acercó hasta la punta del precipicio. “Esto es de locos” pensó.
- Que sea lo que Dios quiera – se dijo, y tras ello, con la punta del pie palpó en el aire, y tras comprobar que era sólido, corrió hasta alcanzar a Noretti.
- No te desvíes, no es más que un hechizo de invisibilidad. Realmente estamos caminando sobre el barranco, y esta parte es bastante fina, así que cuidado. – avisó la devah.

Una vez llegaron frente a la puerta, esta se abrió hacía dentro.
Un devah que se encontraba al lado de la puerta les guió hasta la segunda planta, y les hizo esperar frente a la puerta del comedor puesto que la Matriarca estaba reunida.

Esperaron durante varios minutos, y finalmente dos mujeres encapuchadas salieron de la habitación.
Noretti les dirigió una mirada de desconfianza, y cuando una de ellas se percató, rápidamente agachó la cabeza.
- ¿Pasa algo? – susurró Oldus.
- ¿Qué hace aquí Selene..? – musitó Noretti. Y tras ello, entraron a la habitación dónde la Matriarca esperaba tras una pequeña mesa cuadrada con una taza de té.