26 oct 2011

VII

Cuando Noretti terminó, Oldus no pronunció palabra alguna.
- Probablemente te haya sonado a cuento de hadas, al fin y al cabo los humanos no teneis ni idea de lo que pasa más allá de vuestras narices.

Noretti no se equivocaba, aquella historia le recordó a Oldus muchos de los libros de fantasía que leía de pequeño. Pero aquello tenía que ser cierto. Noretti no era de mentir y mucho menos de inventarse historias.

Oldus se sentía un ignorante, pensaba en los problemas que pueden tener los humanos y, se sentía ridículo. Los Devah eran muy superiores a los humanos, pero al parecer iba en equivalencia a los problemas.

- Bueno, mejor que durmamos un poco. Se ha echo tarde y mientras mi hermana ande por la aldea, prefiero no separarme de Lain. Buenas Noches.


Dijo Noretti mientras se acostaba. Oldus se quedó pensatibo mientras apagaba el fuego. ¿Habría algo que el pudiera hacer? Dudaba de que sus puños sirvieran de algo contra gente como ellos. No tenía ni idea de cómo podría ayudar, solo tenía claro que haría lo que hiciera falta.

A la mañana siguiente, cuando Oldus despertó se encontró a Noretti haciendo el desayuno. Apenas cruzaron dos palabras, terminaron de desayunar y fueron hacia casa de Rob.

Al llegar, la puerta de la granja estaba destrozada.
- Si que entrenan fuerte.
- No, esto no lo han echo entrenando.. – dijo Noretti que salió corriendo hacia la granja.
-¿¡Laain!? – gritaba Noretti - ¿¡Laaain!? ¿Dónde estás? – pero nadie respondia a su llamada.
- Está durmiendo. – dijo Rob desde las alturas.
- Uff.. – suspiró Noretti.
- ¿Qué le ha pasado a la puerta? – preguntó Oldus – bueno.. y a la granja, porque esto está..
- Ayer, poco despues de marcharos, Shie nos hizo una pequeña visita.
- ¿Vino a llevarsela?
- See.. Pero mi extraordinario poder las hizo retirarse. – comentaba Rob, altivo.
- Ya, tu extraordinario poder.. Si se te vé exhausto – vaciló Noretti.

Cierto era, el mismo rostro de Rob demostraba que no había dormido, tenía unas ojeras que casi se juntaban con la comisura de sus labios, sus ropas estaban rasgadas y echa jirones, por no hablar de las multiples heridas por todo el cuerpo.

- Cuando Lain despierte, la esconderemos. Tu hermana.. bueno, es tu hermana, y su compañera no se queda atrás. Dan mucha guerra. No se la llevó porque no quiso, y no me mataron.. porque soy demasiado guapo. – bromeaba Rob.
- ¿Y donde la vamos a esconder? Porque la aldea es pequeña, y en las cercaías no es que haya nada dónde poder mantenerla a salvo..
- ¡Ahí te equivocas! – exclamó Rob mientras bajaba por las escaleras – conozco un lugar, dónde vive un hombre poderoso. Un lugar seguro.
- ¿Dónde está? – preguntó Oldus, curioso.
- En este bosque, pero a la vez, no está en ningún lado.  – respondió con elocuencia
- Deja de hacerte el interesante, ves a descansar y cuando despiertes vamos a donde digas – ordenó Noretti con firmeza.
- Descansaré cuando lleguemos allí.
- Qué tozudo. En ese caso, despierta a Lain y pongámonos en marcha.

Rob se limitó a sonreir, llamó a Dyoko, que apareció de las afueras y le ordenó que fuera a buscar a Lain. Pocos minutos después, ambos aparecieron.
Lain, quitándose las lagañas, se dirigió a Oldus. Éste la miraba, esperando curioso. Pero su espera no fue muy larga, pues, Lain, recien levantada y con un gran disimulo, se acercó a Oldus y le propinó un puñetazo en el estomago.
- Si no puedes esquivar el golpe de una niña, ¿Cómo puedo dejarte solo protegiendo a mi hermana? Serás un cargo pare ella..
- ¡Lain! ¿Se puede saber a qué ha venido eso? – regañó Noretti.
- Viene a que no puede bajar la guardia con nadie. ¿Y si Rob y yo fueramos ellas disfrazadas? ¡Ahora estaríais muertos!

Se hizo un silencio incomod que solo Rob podía romper.
- Con esa cara, y lo bruta que eres, facil sería distinguir a alguien que se disfrazar de ti, enana.
- ¡Eh! ¡Rob! ¡Esto es serío, no te rías de mi! – se quejaba Lain, ruborizada.
- Jaja, ¿Y qué esperas? Anda, ¡pongámonos en marcha!

Rápidamente salieron de la granja y se perdieron por el bosque.
Seguían a Rob, en silencio, mientras Lain les contaba como había ido el combate de anoche.

- Y entonces, cuando tenían a Rob acorralado, monté en Dyoko y.. ¡kaaa-booom!! ¡Patadón a la más bajita! ¡Jajaja! ¡Al final salieron corriendo con el rabo entre las piernas!

No pasó mucho rato, llevaban 20 minutos caminando cuando Rob se detuvo.
- Aquí es.
- ¿Aquí? ¡Pero si no hay nada! – dijo Oldus mirando hacia todos lados.

Rob le contestó con una sonrisa y avanzó un par de pasos.
- Esperadme aquí, no os movais, ahora vuelvo.
- ¿Pero.. dónde vas? – dijo Lain mientras Rob comenzaba a hacer unos gestos extraños con las manos.
- ¿Qué estás haciendo? – preguntó Lain de nuevo.
- ¿Vas a invocar algo? – preguntñó Noretti.
- Yo creo que está pirado – comentó Oldus.
- ¡Que ahora vuelvo, leñe! ¡Esque no dejais a uno que se haga el interesante! – dijo Rob mientras avanzaba – no tardaré,a sí que no os movais. ¿entendido?
Todos asintieron, Rob dió un paso adelante y desapareció.

- ¿Pero qué..? – exclamó Oldus.
- Buff.. las cosas que te quedan por ver chaval. – dijo Lain mientras le daba una palmadita en la espalda.
- Lain, no hables así. Aprende de Rob todo lo que te enseñe, pero que no se te quede su actitud.
- Oye, tampoco es tan malo. – comentó Rob, que apareció de nuevo.
- Si que has tardado poco. – dijo Lain.
- Es que soy suuuuperrápido. ¿recuerdas? Anda, vamos, seguidme. Ahora cruzaremos una barrera mágica muy poderosa. Seres mágicos, quedareis fatigados al traspasarla. Señor humano, tu.. cógete de la mano de Noretti, si no, no podrás entrar.- indocó Rob – Tu Lain, ven que te coja en brazos.
- ¿¡Pero qué dices!? ¿Eres tonto? Puedo pasar yo solita. Gracias.
- Aiaiai, ¡que olvidaba el gran poder mágico que tienes! Está bien, ¡vamos! – terminaba Rob mientras volvía a desaparecer.
Todos se quedaron mirando el lugar donde había desaparecido, y de nuevo volvió a aparecer Rob, bueno, solo su cabeza.
- ¡Vaaaamoooos! ¡No tenemos todo el día!

Lain miró a los dos adultos, suspiró, y camino a paso firme hacia dónde les esperaba Rob. Noretti cogió la mano de Oldus y cruzaron la barrera.
Automáticamente Noretti tuvo que arrodillarse en el suelo. Tenía la sensación de que le hubieran absorvido sus poderes mágicos. Frente a ellos se encontraron a Rob con Lain en brazos.

- Jaja, ¿Es, o no es un buen lugar? ¡Tiene unas buenas defensas! Vamos, seguidme, que aun no hemos llegado.

Continuaron caminando duranto diez minutos hasta que finalmente llegaron a una pequeña casa de madera en la que pesaban los años. Detrás de la casa había un gran huerto, y una especie de ciervo antropomorfo lo andaba cuidando.
- Rob.. ¿dónde estamos..? – preguntó Noretti, que no reconocía nada de aquel lugar.

En ese momento, del interior de la casa salió un devah anciano. Se le veía desgastado y cansado. En su rostro se podía contemplar que su vida no había sido un camino de rosas precisamente. Vestía una túnica roja y llevaba una pipa a la que le iba dando caladas mientras se acercaba a ellos, serio y con cara de pocos amigos. Los miró de arriba abajo, solo murmuraba cosas inentendibles y daba vueltas alrededor de ellos.

- Esta es la niña que debemos esconder. – dijo Rob mientras le mostraba a Lain, que aun estaba inconsciente en los brazos de Rob.

- Pasad. Dentro estaremos más agusto. ¡Estoy preparando un cocido de larvas riquísimo!
- ¿¿¡¡La-la-laarrrvaasss!!?? – exlamó Lain, quien se despertó de pronto y cayó al suelo de los brazos de Rob - ¡Qué asco!
- Ajaaa..jajaa..... jajaa... ajj.. aj.. jaj.. Me encanta, que bueno soy. Ajajajajjj ajj.. jai.. – comentaba el anciano mientras se adentraba en la casa a golpes de risa.

Noretti miró a Rob con cara de circunstancia.
- ¿Qué esperas? ¡Es mi Maestro! ¡De algún lado tube que sacar mi hervoroso humor!